Quizá sea éste el espíritu que haya guiado mi trabajo artístico desde hace ya algunos años. Y sin saber a veces el porque de ello, me veo cada día aún más siguiendo estas premisas. El compromiso social trasladado al mundo artístico por medio del retorno y la recuperación de otras visones, ha hecho que la memoria histórica sea el eje central sobre el que versan parte de mis últimas obras. En definitiva, no me veo más que como un simple arqueólogo quitando y desenmarañando parte de esos restos que otros expoliaron o que quizá no surgieron antes a la luz o fueron leídos desde otros postulados y adoctrinamientos.
En El extraño honor de las gallinas, proyecto específico realizado para esta sala, mi acercamiento a la recuperación de la memoria histórica se presenta a partir de dos elementos, en principio sin una relación directa, que trato de hacerlos converger en la instalación. En primer lugar, desde un punto de vista formal, se intenta a partir de una metaforización aprovechar el uso original de este espacio. A partir de esta rememoración espacial, en segundo lugar y desde un plano semántico, se hace una confrontación entre el discurso social oficialista basado en los valores del hombre heterosexual, con otros discursos que se han ido abriendo camino a lo largo del siglo XX. La repercusión de estos «otros» discursos, que podríamos llamar también periféricos- respecto a un centro – está representada por la actividad de ciertos movimientos que desde la identidad sexual han reivindicado su posicionamiento: movimientos feministas, gais y lésbicos. A través de la memoria individual de personas destacadas en la lucha por los derechos de estos colectivos, se intenta hacer un trasvase desde la memoria individual a la memoria histórica, como paso de lo específico a lo general, viéndose de esta forma cómo estos colectivos han tratado y tratan de conseguir su espacio, tantas veces negado en el imaginario histórico. La intención no es ofrecer nuevos postulados periféricos sino ser, a partir de testimonios muy concretos, un desencadente que motive algún tipo de reflexión.
La estructuración del proyecto se concibe a partir del uso original del espacio y de la propia materialidad del edificio. De esta forma las tres plantas actúan como tres diferentes espacios, pero a su vez imposibles de ser separados en la lectura de esta única instalación. En la planta baja se reproduce lo que fue el antiguo ruedo donde tenía lugar la lucha entre gallos. Así el espacio con reminiscencias circulares, espacio de muerte y renacimiento, tantas veces presente como espacio de lucha masculina, circos, rings, plazas de toro, etc., intenta dejar patente la lucha de espacios y de poderes por medio de una confrontación entre imágenes que subyacen a la idea de centro como espacio privilegiado, con imágenes de estos «otros» discursos, y en el que si bien interdialogan e incluso pretenden un tímido acercamiento, a fin de cuentas las imágenes «periféricas» vuelven de nuevo a ser imágenes de la no-representación, sujetos pasivos, relegados a la función de público.
El resto de los espacios de la Gallera, reservados originariamente al público, son utilizados para la presentación de testimonios individuales, que se concretan en entrevistas, grabadas en vídeo, a Lidia Falcón, Empar Pineda, Armand de Fluvià y Clara. Parte de estas entrevistas son recogidas en las páginas siguientes. Todos ellos son personas que han participado activamente en la lucha y defensa de valores y derechos de los colectivos mencionados en los momentos más difíciles de nuestra reciente historia. A partir de sus experiencias vitales, a través de su actividad pública comprometida, queda constancia de los diversos posicionamientos, toma de conciencia, actividad llevada a cabo y balance de lo conseguido en el transcurso del paso del tiempo.
Uno de los aspectos importantes a tener en cuenta en esta instalación es el uso de los diversos materiales utilizados, tanto por la simbología, como por el poder que en sí tienen los documentos visuales y sonoros. Son esas huellas que han quedado y que nos recrean más intensamente los momentos, actos o sucesos de estas microhistorias. Por ejemplo, la grabación cinematográfica en Super 8 en 1979 de la primera manifestación gay y lésbica celebrada en la ciudad de Valencia, la grabación sonora del mítico consultorio radiofónico de Elena Francis, además de una selección de grabaciones del programa radiofónico La peineta rebelde, programa pionero en Valencia de temática homosexual, que empezó a emitirse el año 1984.
Por último, la instalación viene a subvertir el propio espacio, creando un nuevo enfrentamiento. Esta vez, ya no son las imágenes simplemente las que establecen la disputa, sino que en la última planta del edificio, el público que allí observaba la lucha de la planta inferior, en definitiva nos contempla también a nosotros mismos. La confrontación viene a subrayar el carácter cambiante del propio espacio y a su vez el de aquellos que lo habitan y la importancia que el recuerdo y la rememoración deben de ocupar en nuestra frecuente olvidadiza y pasiva sociedad.
Todo ello nos lleva a pensar que quizás eso haga innecesaria la batalla por un espacio central que parece que está quedándose vacío de contenido y sobre todo de argumentos, quizás al final sólo quede un leve eco de esos privilegios enterrados en la arena de un museo.