Ante la cámara hablan ancianas, amas de casa, artistas, exprisioneros políticos, estudiantes, etc. y de fondo siempre la Habana como realidad que se impone. El trabajo refleja tanto aquellos que están a favor del sistema impuesto como aquellos que lo critican; muestra las condiciones que impone el bloqueo, y un turismo que vive al margen y que supone además un margen para la población.
Como hilo conductor de los relatos y como fondo además de las historias que presenta está la huida como única salida, la construcción de balsas como la posibilidad de iniciar otra vida lejos de la cuna del daiquiri.
Fragmentos de conversaciones
“Yo pienso que Fidel forma parte de un mecanismo de poder que está a la altura de estos tiempos. Pero hay como un filtro que enmascara el verdadero funcionamiento del poder y, en este caso, este filtro consiste en vender una imagen que está fuera de lugar, decadente o pasada ya de moda. Y realmente creo que eso no es así. Esa es la imagen que se vende y sería ingenuo creérsela, pero detrás de eso hay muchas más relaciones de sucesión, de dominación. de chantaje, de negociaciones y él sirve como coartada perfecta para enmascarar toda esa historia.”
“A mí lo que me alucina, por ejemplo, es el cubano siempre fue anti-yanqui. Los yanquis eran un motivo de burla dentro de la cultura popular. A mí lo que me maravilla es ver como una revolución, una revolución significa precisamente ponerlo todo de cabeza, como la revolución ha cambiado todo el sistema de valores y ahora resulta que los Estados Unidos son lo máximo… Que puede ser lo máximo en determinados aspectos, -yo no te niego de que a mí como artista me interese el mercado de Nueva York-, pero que no todo es blanco o negro. Perteneces a una identidad que ha incorporado elementos del modo de vida norteamericano, porque ellos estuvieron aquí 50 años -y no por gusto-, pero independientemente de eso hay una diferencia entre ser cubano y norteamericano.”