La obra está inspirada en el libro Estética de la Desaparición de Paul Virilio y reflexiona acerca de la velocidad del montaje cinematográfico en contraste con las imágenes de los mass media. Se muestran imágenes mediaticas con imágenes filmadas en cine que, a su vez, redundan en la idea de velocidad. La composición sonora de la instalación fue realizada en colaboración con el compositor Miquel Jordá e inspirada en la obra sonora del pionero en la música experimental Iannis Xenakis. El sonido de la obra dan mayor integridad a la instalación, remite a procesos de transformación de la materia en la naturaleza y en la civilización urbana.
Lenguaje estético y lenguaje musical se complementan por ser dos formas de expresión accesibles al gran público. En la obra hay un intento de representación mediante fotografías positivadas en negativo, de músicos en diálogo con la música de su mundo interior, fuera de todo estímulo que no provenga de sí mismos, estableciéndose una lucha constante hacia la utópica perfección que, a la par, muchas veces no es comprendida en el exterior.
Según el arquitecto -asistente de Le Corbusier e investigador del tiempo sonoro-, Iannis Xenakis: “El sentido que puede llegar a tener el arte, la música, es formidable, porque puede llegar a ser un medio de transformación del hombre, la transformación de sus categorías mentales.”